
«El parque es de todos»: Crece el reclamo por el acceso vehicular a San Carlos y vecinos exigen un uso inclusivo del espacio
El Parque San Carlos, uno de los íconos naturales más queridos de Concordia, se encuentra todavia, después de ya casi un año, en el centro de una creciente controversia. Desde que se restringió el acceso vehicular, un grupo de ciudadanos impulsa una propuesta para ordenar el ingreso sin dejar a nadie afuera. En diálogo exclusivo con Despertar Entrerriano, Raúl Peñafort, Martín Sánchez Acosta y Marta Fabiola Müller —referentes del proyecto— expusieron con claridad su objetivo: que el parque vuelva a ser de todos.
“Hoy está cerrado para una gran parte de la población”, afirma Peñafort. El reclamo apunta contra las consecuencias de una ordenanza aprobada el 2 de julio de 2024, que reordena el uso del parque, pero que aún no fue reglamentada. “No puede haber una ley sin reglamento. Mientras tanto, la barrera sigue bajada, y las familias quedan afuera”, agrega Müller.
El grupo plantea una solución concreta: permitir el ingreso vehicular en horarios determinados, con velocidad controlada y zonas de estacionamiento específicas. “No pedimos que se abra de par en par. Proponemos un sistema regulado, con responsabilidad ambiental y sentido común”, detalla Sánchez Acosta.
Además, exigen que se cumpla lo que la misma ordenanza establece: un plan de manejo integral que contemple ordenamiento forestal, territorial y social del parque. “No alcanza con cerrar un portón. Hay que cuidar la selva en galería, reforestar donde se perdió monte nativo, y proteger la barranca que frena las crecientes del río. Nada de eso se está haciendo”, advierte Peñafort.
El deterioro ambiental es otro eje de preocupación. Denuncian que la zona más baja del parque, clave para contener inundaciones, está siendo desmontada. “Tenemos imágenes satelitales de Google Earth desde 2004. Hoy hay árboles que antes estaban en tierra firme y ahora están en medio del agua. Si no se hacen las obras previstas, en 40 años no vamos a tener costa”, enfatizan.
Al mismo tiempo, cuestionan que se habilite el ingreso de colectivos turísticos, vehículos oficiales o para eventos especiales, mientras que a los vecinos comunes se les impide pasar. “Es discriminatorio. Si sos turista podés entrar, pero si sos de Concordia y venís con tu abuela o con tu hijo en cochecito, tenés que quedarte afuera. Eso no es cuidar el parque, es excluir a la gente”, resume Müller.
Desde su propuesta, insisten en recuperar el sentido de pertenencia del espacio. “Los chicos de las escuelas van una vez en colectivo, pero después no pueden volver con su familia. Entonces no se apropian del lugar. No lo sienten suyo. Queremos un parque vivo, no un museo cerrado”, dice Peñafort.
También recuerdan la historia del parque: cuando fue adquirido por la municipalidad en 1929, el propósito era justamente garantizar a la población acceso a la naturaleza. “Diez años después se expropió terreno, se abrieron calles, se hicieron alcantarillas y puentes para facilitar el ingreso. Hoy vamos en dirección contraria. ¿Qué pasó con esa visión pública?”, cuestiona Sánchez Acosta.
Además del tema del acceso, critican la proliferación de áreas asignadas sin planificación clara: centros de quinoterapia, recuperación de equinos, el Jardín Botánico y otras dependencias ocupan hectáreas que antes eran de libre circulación. “Estamos de acuerdo con esos proyectos, pero tienen que convivir con un parque abierto y accesible. No puede ser que todo sea para servicios y nada para la gente”, expresan.
La propuesta de este grupo no nació desde un partido ni desde una institución. Comenzó con columnas en medios locales, charlas en televisión y contacto directo con vecinos. “Nos preguntaban en la calle qué podíamos hacer. Empezamos a juntar firmas. Un brigadier nos firmó desde Buenos Aires. El kiosquero, el carnicero, familias enteras. Esto no es de uno: es de todos”, relatan.
También ofrecieron alternativas concretas: abrir el parque de 8 a 20 horas, limitar la velocidad interna a 20 km/h, organizar recorridos peatonales y ciclovías, y revalorizar el Hostal del Río como centro de interpretación. “No queremos una fiesta. Queremos orden, accesibilidad y cuidado ambiental”, aclara Peñafort.
Sin embargo, hasta ahora, el municipio no ha respondido con claridad. La ordenanza fue votada sobre tablas, sin espacio para discusión. Desde entonces, la reglamentación gira por oficinas sin que se definan detalles. “La pasaron de Tránsito a la Secretaría Privada, de ahí al Concejo, después a Turismo. Nadie se hace cargo”, lamentan.
Pese a todo, siguen convencidos de que el debate no está cerrado. “El parque no es una boutique natural para pocos. Es un derecho de todos los concordienses. Vamos a seguir insistiendo, hablando con la gente, proponiendo ideas. Porque cuando el Estado se cierra, la ciudadanía tiene que abrir”, concluyen.
Fuente: Despertar Entrerriano.