
“Nosotros tenemos la responsabilidad de recordar y contar lo que vivimos, para que la historia no se olvide” – Carlos Corsini, ex combatiente de Malvinas
Cada 2 de abril, Argentina conmemora a los veteranos y caídos en la Guerra de Malvinas, un conflicto que dejó una huella imborrable en la historia del país y en la vida de quienes participaron. Para conocer más sobre su experiencia y su mirada sobre esta fecha, en la edición N° 113 de “Entrevistados” de Despertar Entrerriano dialogamos con Carlos Corsini, excombatiente.
Carlos Corsini, ex integrante de los Batallones de Aviación de Combate 601, relata su experiencia en la Guerra de Malvinas. Desde el impacto inicial hasta su tiempo como prisionero de los ingleses, reconstruye las emociones, el compañerismo y los momentos clave de su participación en el conflicto.
Entrevista:
¿Cuál era tu rol en la Guerra de Malvinas?
“Fui integrante de los Batallones de Aviación de Combate 601. El 601 tenía tres compañías: la de helicópteros de ataque, la de asaltos A y la de asaltos B. Yo estaba en la compañía de asaltos B, que operaba los helicópteros Bell UH-1H, como los que se ven en las películas de Vietnam. Eran multipropósito: podían transportar tropas con equipo completo, además del piloto, copiloto y dos artilleros en las puertas. La aviación del Ejército participó desde el inicio del conflicto. Nuestros helicópteros estuvieron en la recuperación de Georgias, transportando infantes de marina para la defensa de los obreros agredidos por los ingleses. Pero en Argentina, mientras tanto, se vivían momentos convulsivos. El 28 de marzo había habido una gran manifestación de la CGT en Plaza de Mayo, con represión. Por eso, el 2 de abril, cuando nos despertamos con los comunicados de Malvinas en todas las radios AM, fue un impacto. A las siete de la mañana recibimos las comunicaciones en formación y, aunque no había una orden explícita, comenzamos a preparar nuestras aeronaves. Sabíamos que una unidad como la nuestra no iba a quedar afuera. En cuatro días ya estábamos listos para ser movilizados.”
¿Cómo fue esa partida hacia el conflicto?
“Nos fuimos el 5 de abril a la madrugada. Imaginate 40 helicópteros poniendo en marcha sus turbinas al mismo tiempo. Previamente tuvimos que preparar armamento, equipos personales… ¿Llevábamos ropa civil o militar? Había incertidumbre. Yo tenía 21 años. Antes de salir, pude despedirme de mi familia. Mi mamá me preparó la mejor comida, charlé con mis hermanos y mi papá me acompañó hasta el tren, como siempre. Pero esta vez fue distinto. En el viaje hubo silencio. Cuando bajé, él se quedó en la plataforma y sentí su mirada todo el tiempo. Nunca me di vuelta. Al llegar a Campo de Mayo, la calma terminó. Eran las 4 o 5 de la mañana y ya había un frenesí: gente moviéndose, preparando cosas, dirigiéndose al aeródromo. Fui a mi habitación, me puse el uniforme de vuelo, mi casco, agarré mi equipaje y un vehículo me llevó al aeródromo. Allí me encontré con mi helicóptero, todo listo. Cuando estaba a punto de subirme, un compañero se acercó y me señaló. Era un amigo de promoción. Nos abrazamos y esa fue la última vez que lo vi. Murió en Cañadón Olivia.”
Una vez en Malvinas, ¿cómo fue el primer impacto?
“Primero fue el asombro. La inmensidad del lugar. Tuvimos la suerte de empezar a volar rápido: transportábamos tropas, materiales, hacíamos vuelos de reconocimiento. Nos dimos cuenta de que la isla era enorme. Para recorrer de Puerto Argentino al estrecho de San Carlos nos llevaba casi dos horas de vuelo. El 1° de mayo, a las cuatro de la mañana, empezó el bombardeo. Atacaron desde gran altura con bombas de mil kilos. Estábamos durmiendo en lo que habían sido los cuarteles de los Royal Marines. Fue un estruendo. La turba tembló. Salimos corriendo a buscar información. Escuchábamos una radio uruguaya, Radio Carve, y nos enteramos de lo que pasaba antes que por los comunicados internos. A la madrugada siguiente comenzaron los bombardeos navales y las incursiones aéreas. Fue impresionante. Era como ver una película.“
¿Cómo fue pasar de espectador a protagonista?
“Al principio, uno lo observa. Después, se involucra. Y cuando terminás, te queda la responsabilidad. Nosotros no somos responsables de una derrota, pero tenemos el peso de la responsabilidad. La victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana. Yo estuve prisionero de los ingleses más de un mes. Primero en un frigorífico, con el frío y la incertidumbre de si volveríamos a casa. Después, nos trasladaron a un buque de pasajeros inglés que hacía la ruta Holanda-Inglaterra. Allí, mientras estábamos cautivos, escuchábamos por parlantes los partidos del Mundial de 1982. Argentina seguía con su vida. Cuando finalmente nos repatriaron, en Puerto Madryn nos esperaban nuestros familiares. Fue un momento muy fuerte.”
Hoy la gente te ve como un héroe. ¿Vos te sentís así?
”No. Yo no soy un héroe. Soy un soldado que hizo su trabajo. Los héroes son los que no volvieron. Nosotros tenemos la responsabilidad de recordar y contar lo que vivimos, para que la historia no se olvide.”
Cada 2 de abril, el pueblo argentino rinde homenaje a sus veteranos. Pero más allá de los actos y discursos, la historia de Malvinas sigue viva en quienes la vivieron en carne propia. Porque, como dice Carlos Corsini, “Malvinas no es solo memoria, es una causa que sigue latiendo en el corazón de todos los argentinos”.
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