
Un nuevo estudio asocia la adicción a Internet a cambios neuronales que afectan el cerebro de adolescentes
Una revisión de estudios concluye que la adicción a internet en los adolescentes se vincula a cambios en las redes neuronales cerebrales, lo que podría influir en su comportamiento y desarrollo, según sugiere el análisis de imágenes de resonancia magnética funcional.
El análisis publicado en PLoS Mental Health analiza los resultados de 12 estudios previos con imágenes de resonancia magnética funcional, llevados a cabo en jóvenes entre 10 a 19 años en países de Asia (Corea, China e Indonesia). De los resultados se concluye que la adicción a internet alteraba zonas de cerebro relacionadas con el control de las conductas, la atención y la comprensión de las propias emociones. El trabajo tiene, no obstante, importantes limitaciones ya que hoy día no se ha establecido aún un consenso científico sobre la adicción a internet.
Los investigadores del University College de Londres sugieren que la adicción a internet entre adolescentes repercutiría en múltiples redes neuronales con un papel importante en el control de la atención, en asociación con la capacidad intelectual, la memoria de trabajo, la coordinación física y el procesamiento emocional, todo lo cual repercute a su vez en la salud mental.
«Cuando los adolescentes con adicción realizaban actividades regidas por la red de control ejecutivo del cerebro (conductas que requieren atención, planificación, toma de decisiones e impulsividad), esas regiones cerebrales mostraban una alteración significativa de su capacidad para trabajar juntas en comparación con las de individuos de la misma edad sin adicción», señalan los autores, Max L. Y. Chang e Irene O. Lee, del citado centro.
«A menudo se observó que la conectividad funcional se alteraba durante tareas que requerían introspección y atención. Esos cambios en la señalización podrían significar que estos comportamientos pueden volverse más difíciles de realizar, lo que podría afectar al desarrollo y al bienestar».
Solo preocupación
No obstante, hoy por hoy no se ha establecido «un consenso universal» sobre la terminología empleada para describir la adición a internet, lo que representa una importante limitación del estudio, subrayan los autores.
De hecho se emplea una gran variedad de definiciones: adicción a los juegos online, adicción a internet, trastorno del juego en internet o uso problemático, definiciones que se emplean, en ocasiones indistintamente, «lo que dificulta la descripción de las sutiles similitudes y diferencias entre ellos», señala la investigación.
Los autores estiman que «las respuestas actuales no hacen más que dibujar un panorama inacabado que no presenta necesariamente el uso de internet como abrumadoramente positivo o negativo» y por tanto habría que realizar más estudios para confirmar o deshechar la teoría de que la adicción a internet cambia la forma en que el cerebro controla los comportamientos y repercute en el grado de bienestar.
David Ellis, científico del comportamiento del Instituto de Seguridad y Comportamiento Digitales de la Universidad de Bath, señala en SMC Reino Unido que «aunque este artículo presenta una revisión sistemática directa sugiriendo que existen asociaciones entre la conectividad funcional del cerebro y la ‘adicción’ a internet, el lenguaje causal utilizado es engañoso. Por ejemplo, títulos como Cómo afecta la adicción a internet a la conectividad funcional’ y la sugerencia de ‘efectos’ son inexactos. De estos estudios no se puede extraer una relación causa-efecto, y sin embargo esto solo se señala en la discusión como una limitación importante».
En segundo lugar, «el énfasis en la conectividad funcional se hace a expensas de cualquier crítica sobre la medida clave de interés. En concreto, la ‘adicción’ a internet, que fue inicialmente ideada por Ivan K. Goldberg en 1995 como una broma. Hoy en día, la conceptualización y la medición de la «adicción» a internet no están universalmente aceptadas y, desde luego, no se pueden diagnosticar con los instrumentos de encuesta utilizados en los estudios incluidos en la revisión. Del mismo modo, la enormidad de actividades que permite internet hace que esta definición resulte inmediatamente redundante».
Este tipo de definiciones, a pesar de ser ampliamente criticadas, también tienden a alejar el foco de atención de los verdaderos daños online y llevarlo hacia una conclusión que sugiere que la eliminación de la tecnología de la vida de las personas será útil. No existen pruebas sólidas de que la eliminación de internet aporte beneficios tangibles».
Lo que sí sabemos es que las medidas de ‘adicción’ autodeclaradas, tal y como se utilizan en los artículos aquí reseñados, parecen medir cuánto se preocupa alguien en general, continúa Ellis. «De hecho, hemos observado repetidamente que las encuestas utilizadas para evaluar las ‘adicciones’ relacionadas miden un constructo mal definido que a veces se solapa con medidas preexistentes de bienestar. Y lo que es más importante, estas evaluaciones están escasamente asociadas con el tiempo real que alguien pasa utilizando tecnologías digitales, incluido internet».
«Esto significa que cualquier asociación entre conectividad funcional y ‘adicción’ a internet está a merced de múltiples facetas. Esto hace casi imposible extraer conclusiones sólidas de los trabajos revisados».
Fuente: La100FM/Expansión