
¿Sabías qué Concordia estaba conectada a Buenos Aires por hidroaviones?
En la primera mitad del siglo XX, Concordia, disfrutaba de una conexión aérea directa con Buenos Aires gracias a los hidroaviones. Esta conexión se estableció en un contexto de expansión de la aviación comercial y de la necesidad de unir regiones distantes por medios más rápidos que el ferrocarril o los caminos terrestres.
Los inicios de la aviación comercial en Concordia
La historia de la aviación en Concordia comenzó en la década de 1920, cuando la ciudad empezó a recibir vuelos de la Aeroposta Argentina, una empresa pionera en la aviación comercial en América del Sur. En enero de 1929, el piloto francés Paul Vachet aterrizó en el Aero Club Concordia, marcando uno de los primeros vuelos internacionales en la ciudad. Al año siguiente, el reconocido escritor y aviador Antoine de Saint-Exupéry, conocido por su obra «El Principito», aterrizó en Concordia en un Laté 26, un hidroavión de la Aeroposta Argentina. Este evento fue destacado por la prensa local y consolidó a Concordia como un punto estratégico en las rutas aéreas de la región.
La conexión hidroaérea con Buenos Aires
A partir de la década de 1940, la empresa Aviación del Litoral Fluvial Argentino (ALFA), creada en 1946, comenzó a operar rutas que conectaban Buenos Aires con diversas ciudades del litoral argentino, incluyendo Concordia. ALFA utilizaba hidroaviones como el Short Sandringham y el Sunderland para realizar estos vuelos, que no sólo facilitaban el transporte de pasajeros, sino también el correo y mercancías. Los hidroaviones aterrizaban en el río Uruguay, frente al Club Regatas Concordia, aprovechando la infraestructura del club para el embarque y desembarque de pasajeros.
El Club Regatas, fundado en 1906, se convirtió en un punto neurálgico para la actividad náutica y aérea de la ciudad. Su ubicación privilegiada sobre el río facilitaba las operaciones de los hidroaviones, que podían aterrizar y despegar directamente desde el agua. Además, la torre del club sirvió como base para las operaciones de Aerolíneas Argentinas, que en ese entonces operaba vuelos hidroaéreos desde y hacia Buenos Aires.
Un viaje sobre el agua
Los hidroaviones, como los imponentes Short Sandringham y Short Sunderland, eran verdaderas maravillas de la ingeniería. Equipados para despegar y aterrizar sobre el agua, ofrecían una experiencia de vuelo cómoda, rápida y con vistas inigualables del paisaje fluvial del litoral argentino.
Para muchos, era más que un simple traslado: era una aventura. Los pasajeros podían observar la costa desde el aire, y al llegar a Concordia, los niños corrían a ver las aeronaves y hasta subían a su parte superior para mirar la cabina de mando, con la fascinación propia de una época donde volar era aún un acontecimiento mágico.
El fin de una era y la llegada del aeropuerto
Sin embargo, en 1962, el servicio de hidroaviones que conectaba Buenos Aires con Concordia fue suspendido. Esta decisión obligó a la ciudad a buscar alternativas para mantener su conectividad aérea. Como resultado, el 26 de agosto de 1962, se inauguró una pista de aterrizaje provisional en el campo El Espinillar, que más tarde sería conocida como el Aeropuerto Comodoro Pierrestegui. Esta pista fue pavimentada e inaugurada oficialmente el 22 de septiembre de 1968, marcando el fin de la era de los hidroaviones en Concordia y el inicio de una nueva etapa en la aviación local.
Legado y memoria histórica
Hoy en día, el Club Regatas Concordia sigue siendo un símbolo de la historia náutica y aérea de la ciudad. Su edificio, declarado Patrimonio Histórico, conserva recuerdos de aquellos tiempos en los que los hidroaviones surcaban el río Uruguay, conectando a Concordia con el resto del país. La memoria de esta conexión aérea perdura en la comunidad, que recuerda con nostalgia aquellos días en los que Concordia estaba literalmente al alcance de un vuelo.
La historia de los hidroaviones en Concordia es un testimonio del progreso y la innovación de una época, y un recordatorio de cómo la ciudad fue parte activa de la expansión de la aviación comercial en Argentina. Aunque los tiempos han cambiado y las tecnologías han evolucionado, el legado de aquellos hidroaviones que aterrizaban en el río sigue vivo en la memoria colectiva de los concordienses.