Día Mundial contra la Pena de Muerte
Desde el año 2003, se celebra cada 10 de octubre el Día Mundial contra la Pena de Muerte. Es una iniciativa impulsada por la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte, un organismo que agrupa a las organizaciones abolicionistas que buscan erradicar la pena capital.
Esta efeméride no solo limita sus acciones a gritar a viva voz que no haya más condenados a muerte en el mundo. También vela por las condiciones en las que se encuentran los condenados.
Las personas condenadas a la pena capital son aisladas totalmente de la sociedad, siendo sometidas a un encarcelamiento atroz, hacinadas en espacios físicos reducidos, e incluso, la gran mayoría son condenadas al olvido mientras están a la espera de la muerte inminente.
A pesar de que muchos países han optado por eliminar la pena capital en los últimos años, sigue siendo el método más inhumano y degradante que atenta contra los derechos humanos universales, contemplados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Cualquier delito capital cometido por un individuo no debe ser castigado con la pena de muerte. En la actualidad, países como China, Irán, Arabia Saudí, Pakistán e Irán llevan a cabo ejecuciones internas, atentando contra el derecho a la vida de las personas.
En la celebración de esta fecha se llevan a cabo campañas anuales, con la finalidad de dar información para generar conciencia a nivel mundial acerca de la pena de muerte. Para 2023, el lema es: «La pena de muerte: una tortura irreversible».
El año pasado se evidenció claramente que las personas condenadas a muerte se enfrentan una serie de abusos y maltratos que son muy preocupantes. Estos incluyen la aplicación de torturas físicas o psicológicas para forzar confesiones de delitos graves.
Además, el tiempo que pasan en el corredor de la muerte tiene un impacto negativo en su salud mental a largo plazo. Las condiciones de vida extremadamente difíciles en las cárceles para condenados a muerte también deterioran su salud física, y los métodos de ejecución pueden ser extremadamente dolorosos.
A pesar de que la pena de muerte se permite bajo ciertas circunstancias según el derecho internacional, está cada vez más claro que es fundamentalmente incompatible con la prohibición absoluta de la tortura.
La comunidad internacional debe reflexionar sobre esta cuestión y considerar alternativas más humanas y justas.
























