Un espacio cultural que crece con el aporte de sus socios, la historia de la Biblioteca Julio Serebrinsky
Entre estantes llenos de libros, talleres colmados y un rincón infantil que invita a leer jugando, la Biblioteca Julio Serebrinsky sigue siendo uno de los espacios culturales más queridos y activos de Concordia. Despertar Entrerriano recorrió sus instalaciones y dialogó con María Julia Ibarguren y Cristina Inés Onchiniuk, integrantes del Consejo de Administración de la Cooperativa Eléctrica de Concordia, junto a Juan Miguel Schombor, integrante del equipo de biblioteca, para conocer la historia, el funcionamiento y el espíritu cooperativo que mantiene viva esta institución.
Con más de cuatro décadas de historia, este espacio nació con el propósito de acompañar la formación educativa de los vecinos y hoy se transformó en un centro vivo de aprendizaje, cultura e inclusión. “Así como son dueños de la Cooperativa Eléctrica, los socios son también dueños de la biblioteca”, remarcan sus coordinadoras.

Una historia marcada por la generosidad
La Biblioteca Julio Serebrinsky comenzó a funcionar hace más de cuarenta años como una iniciativa solidaria destinada a acompañar el desarrollo de las universidades que recién comenzaban a instalarse en Concordia. “La cooperativa aportaba libros de estudio y las universidades ofrecían apoyo técnico a cambio. Esa fue la semilla de lo que hoy es esta biblioteca”, recordó María Julia Ibarguren.
Con el paso de los años, el espacio fue creciendo gracias al aporte de familias concordienses que entendieron la educación como un bien común. Una de las primeras en hacerlo fue la familia García de Deneo. Omar García —uno de los primeros miembros del Consejo de Administración de la Cooperativa Eléctrica— y su hijo, también llamado Omar, ingeniero agrónomo, dejaron por testamento toda su biblioteca personal en donación a la Biblioteca Serebrinsky. “Fue un aporte muy grande; lo habrás visto, tiene una sala aparte. Sus libros tienen un código diferente para identificarlos porque le damos un gran valor”, contaron las coordinadoras.
Otra de las familias fundamentales en la historia de este espacio fue la familia Lande, últimos propietarios de la gran librería San Martín, un lugar que durante décadas fue sinónimo de lectura en la ciudad. Para muchos concordienses, esa librería —ubicada en el centro, donde hoy se encuentra la peatonal— era el corazón cultural de Concordia. “Todos los estudiantes íbamos a comprar ahí. Si querías un libro, tenías que ir a la San Martín”, recordaron.
Lo curioso es que, al comienzo de su historia, esa librería había pertenecido a don Julio Serebrinsky, quien luego se la vendió a la familia Lande. En homenaje a él, la biblioteca lleva hoy su nombre. “De alguna manera, la familia Lande y Serebrinsky están unidos en esta historia. Julio fue el fundador original de esa librería, y los Lande, que la continuaron, terminaron donando su fondo de libros a la biblioteca”, explicaron. Julio Serebrinsky fue uno de los fundadores de la Cooperativa Eléctrica de Concordia y un incansable promotor del cooperativismo local. Fue propietario de la librería, además de una juguetería y un periódico.
Cuando los Lande decidieron cerrar la librería, donaron más de dos mil ejemplares nuevos. “Fue un gesto de gran generosidad. Para una biblioteca que recién comenzaba a consolidarse, recibir esa cantidad y calidad de libros fue una expansión enorme”, destacaron.
Con el tiempo, se sumaron también otras donaciones valiosas, como la de la familia Beñatena, que cedió su colección personal. Cada una de estas contribuciones fue clave para ampliar el patrimonio bibliográfico y consolidar el vínculo entre la comunidad y la cultura. “Esta es una biblioteca construida sobre la generosidad. Detrás de cada libro hay una historia de donación, de amor por la lectura. Y nosotros tratamos de mantener vivo ese espíritu”, expresó Cristina Inés Onchiniuk.
Hoy, ese espíritu sigue vigente. La Biblioteca Serebrinsky continúa recibiendo donaciones de vecinos, escuelas y particulares, y además clasifica y redistribuye ejemplares hacia otras instituciones educativas, centros barriales o espacios de apoyo escolar. “Nada se desecha. Si un libro no puede quedar acá, lo derivamos donde pueda servir”, explicaron sus coordinadoras. De esta manera, la historia de la Biblioteca se teje con nombres, gestos y generaciones que entendieron que leer, enseñar y compartir son actos de construcción colectiva.
Un trabajo en equipo
El funcionamiento diario del espacio está a cargo de un equipo de cinco trabajadores distribuidos en turnos mañana y tarde, que se encargan de la atención al público, el mantenimiento de los libros, la organización de actividades y la administración del sistema digital. “Acá cada uno tiene sus tareas, pero todos hacemos de todo. Desde recibir a un socio hasta reparar un libro o preparar una sala para un evento”, contó Juan Miguel Schombor, mientras mostraba orgulloso el taller donde restaura ejemplares dañados.
Además, la biblioteca se mantiene en constante actualización. En los últimos años incorporó el sistema informático KOHA, un software libre que modernizó por completo la gestión de préstamos y permitió digitalizar el catálogo, facilitando la búsqueda de libros tanto al personal como a los socios.
¿Cómo hacerse socio y disfrutar de los servicios?
La Biblioteca Julio Serebrinsky pertenece a todos los socios de la Cooperativa Eléctrica de Concordia, quienes pueden acceder a todos sus beneficios sin costo adicional. Para asociarse, alcanza con presentar la factura de luz —en formato papel o digital— y registrar a los convivientes como adherentes.
Ser socio habilita el acceso a una amplia variedad de servicios como: Lectura y préstamo de libros (dos por mes, renovables), uso de la sala de lectura con diarios locales, provinciales y nacionales, acceso libre a computadoras con internet y wifi, hasta diez impresiones y diez fotocopias semanales gratuitas para material de estudio e inscripción en cursos y talleres educativos de formación continua.
El catálogo digital puede consultarse en línea, y el sistema notifica por correo electrónico cuando se aproxima la fecha de devolución de los libros. “Es un sistema muy práctico y se actualiza todos los días”, explica Maria Julia.

Un espacio que late con talleres, cursos y comunidad
Hoy la biblioteca es mucho más que un lugar para leer. Es un punto de encuentro donde conviven generaciones y se cruzan saberes. Con más de 800 inscriptos al año, ofrece talleres de inglés, robótica, ajedrez, computación, inteligencia artificial, canto y guitarra, entre muchos otros. “Tenemos niños de cinco años que no les llegan los pies al piso jugando ajedrez, y adultos mayores que aprenden a usar el celular. Verlos compartir una misma mesa es de las cosas más lindas que nos pasan”, contó Ibarguren.
El taller de uso de celulares para adultos es uno de los más concurridos. Allí los participantes aprenden desde lo básico —como crear un correo o usar WhatsApp— hasta cómo reconocer noticias falsas o proteger sus datos personales. “Ni los días de lluvia dejan de venir”, agregaron.
Los cursos tecnológicos —como innovación educativa, diseño web, Word, PowerPoint o robótica aplicada— fueron declarados de interés educativo por la Dirección Departamental de Escuelas y otorgan puntaje docente, lo que convierte a la biblioteca en un verdadero espacio de capacitación permanente.
Inclusión, lectura y nuevas generaciones
La Biblioteca Serebrinsky se adapta a los tiempos, sin perder su esencia. Este año incorporó un rincón infantil de lectura, donde madres e hijos comparten cuentos y colores, y una sala especial para personas con discapacidad visual, equipada con audiolibros y tecnología adaptada. “Ver a una mamá leyendo en el piso con su hijo es una imagen que nos llena de orgullo. Es la prueba de que la biblioteca está viva y cumple su misión”, afirma Ibarguren.
También se habilitó un espacio exclusivo para autores locales, que reúne libros de escritores de Concordia y la región, reforzando el vínculo con la producción literaria de la ciudad.
Restaurar para conservar la memoria
En una de las salas internas funciona el pequeño taller donde Juan Miguel se dedica a restaurar libros antiguos: “Algunos se lavan hoja por hoja, otros se desinfectan con alcohol o lavandina suave. Es un trabajo artesanal y de mucha paciencia. Pero es también un acto de amor por lo que representan”. Gracias a esa tarea, ediciones únicas y ejemplares de valor histórico vuelven a circular, prolongando su vida útil y preservando la memoria escrita de Concordia.
Cultura, cooperación y comunidad
Además de los servicios bibliográficos, la institución organiza charlas, presentaciones de libros, encuentros culturales y torneos de ajedrez, abiertos y gratuitos para toda la comunidad. “Todo lo que se hace acá es sin costo. Lo único que pedimos es que sean actividades libres y educativas”, destacó Onchiniuk.
El lema que sintetiza su espíritu es simple pero poderoso: “Pasan cosas lindas en la biblioteca.” “El que viene a leer, a estudiar o a cursar un taller, lo hace buscando crecer. Y detrás de cada persona que pisa esta biblioteca, hay una historia linda”, concluyó Ibarguren.
Con más de cuarenta años de trabajo, la Biblioteca Julio Serebrinsky sigue siendo una casa abierta, sostenida por sus socios y por el compromiso de un equipo que, día a día, demuestra que la cultura también se construye entre todos.
Direc: Urquiza 721
tel: 0345-4228328
web: www.copelec.com.ar/biblioteca
horarios: Lun a vier 7 a 19:30 – Sab 8 a 12:00
Fuente: Despertar Entrerriano.



























