
Despejando dudas sobre las relaciones tóxicas, con la licenciada en psicología Luciana Garat
Hablar de relaciones tóxicas puede parecer algo muy de moda, una expresión que circula en redes sociales, en series o en conversaciones cotidianas. Pero, ¿qué hay detrás de este concepto? ¿Es solo una forma de hablar o realmente estamos nombrando vínculos que afectan profundamente la salud emocional de quienes los viven?
Desde Despertar Entrerriano, para comprender mejor cuando identificar que un vínculo es tóxico, hablamos con Luciana Garat, licenciada en psicología. Nos ayudó a poner palabras, ejemplos y señales claras a una realidad que muchas veces cuesta reconocer.
-¿Qué entendemos por una relación tóxica?
Lo primero que hay que decir es que la relación tóxica no es un término clínico. Pero sí es una forma que se popularizó mucho para describir vínculos que, en vez de hacernos bien o nutrirnos emocionalmente, nos desgastan. Por ejemplo, te encontrás con alguien, ya sea tu pareja, un familiar, un jefe, y después de estar con esa persona te sentís agotado, drenado de energía. Eso no es normal ni saludable. Y suele pasar que en esos vínculos predomina el control, la manipulación, la dependencia emocional. Incluso, hay quienes sienten miedo de decir cómo se sienten. Y ahí ya estamos hablando de algo muy serio.
-¿Cuáles son los signos más comunes para identificar una relación tóxica?
Hay varios indicadores. El más claro es la manipulación emocional. También el control, la falta de respeto, sentir miedo o ansiedad al estar con esa persona. Por ejemplo: querés expresar cómo te sentís y el otro te dice que “estás exagerando”, que hacés un drama por nada. Esa es una forma de invalidación. Te terminás sintiendo culpable por decir cómo te sentís. Y ahí ya hay manipulación emocional. Cuando una persona, en vez de acompañarte emocionalmente, te hace dudar de vos mismo, de lo que pensás, de lo que sentís, hay una señal de alerta.
Aveces cuesta asumir que estamos en una relación tóxica…
Porque muchas veces hay una necesidad detrás. No es lo mismo elegir estar con alguien, que necesitar estar con esa persona. Cuando hay una necesidad de aprobación, de afecto, o incluso de sustento económico, se genera una dependencia que impide poner límites. Y esto se da en todos los tipos de vínculos: parejas, sí, pero también en la familia, en el trabajo, en amistades. No es exclusivo del amor romántico, aunque a veces se lo asocia solo con eso.
¿Por qué solemos pensar en parejas cuando hablamos de toxicidad?
Bueno, eso tiene que ver mucho con los medios, que instalaron esa idea, y también porque la pareja es uno de los vínculos más íntimos y donde uno cree que tiene elección. En cambio, con la familia o en el trabajo, muchas veces sentimos que no podemos alejarnos porque hay un lazo sanguíneo o una necesidad económica. Pero lo cierto es que hay vínculos familiares profundamente dañinos. Por ejemplo, padres que controlan excesivamente a sus hijos adultos, que no los dejan crecer, que ejercen violencia económica. Y como culturalmente está muy arraigado eso de que “los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos”, cuesta mucho ver la violencia en esos casos. Pero existe, y más de lo que se cree.
¿Qué pasa cuando el vínculo tóxico es con un familiar o dentro del hogar?
Ahí la cosa se complica un poco más. Por ejemplo, en el caso de adolescentes que dependen de sus padres, salir de ese tipo de vínculo no es algo tan fácil. Pero sí se puede buscar una red de apoyo externa: docentes, psicólogos escolares, familiares cercanos, incluso padres de amigos. En muchas escuelas hay gabinetes o profesionales a los que se puede acudir. Y algo muy importante: hablar, aunque sea con amigos. No siempre se trata de que la otra persona te dé una solución, a veces simplemente hablar, sentirse escuchado, ya es un alivio.
¿Qué consecuencias puede tener vivir en un vínculo así?
Muchas, desde ansiedad constante, y no hablo de ansiedad clínica, sino de esa sensación permanente de alerta, de que algo va a pasar, hasta baja autoestima, tristeza profunda, sensación de soledad a pesar de estar acompañado. También se genera un desgaste mental muy fuerte, que incluso se puede reflejar físicamente: cansancio, dolores, insomnio. Y a largo plazo, lo más peligroso es que uno aprende esa forma de vincularse y la repite en otros ámbitos: en nuevas parejas, nuevas amistades, nuevos trabajos.
¿Cómo salir de una relación de este tipo?
Lo más importante es tener una red de apoyo. Personas con las que puedas hablar, que te escuchen, que no te juzguen. Porque salir de un vínculo tóxico no es fácil. Uno queda muy dañado emocionalmente, con mucha confusión. Entonces, apoyarse en alguien más es clave. Después, también sirven herramientas de autoconocimiento: escribir lo que sentís, hacer cosas que te gusten, retomar hobbies, volver a conectar con tu individualidad. Es decir, con quién sos vos fuera de ese vínculo. Y por supuesto, si hay posibilidad de acceder a terapia, es un espacio fundamental. Porque no solo se trata de salir físicamente de una relación, sino de procesar lo que pasó, sanar, y evitar repetir esos patrones.
¿Y si hay recaídas? ¿Si uno extraña a esa persona?
Eso también es parte del proceso. Extrañar no significa que te equivocaste al irte. Muchas veces lo que se extraña es la ilusión de lo que uno pensaba que podía ser esa relación. Y eso no tiene nada de malo. Hay muchas formas de sostenerse en ese momento: escribir lo que ya no querés volver a tolerar, hablar con alguien de confianza, leer, hacer terapia. Volver a vos, todo el tiempo. Reforzar tu individualidad. Porque eso es lo primero que se pierde en una relación tóxica.
Luciana Garat
Matricula Provincial 2918
Especialidad: Psicoterapia integrativa
Instagram: psiconamor