27 de julio de 2024

Despertar Entrerriano

Diario de Concordia

¿Sabías que el balneario surgió de la visión de tres presidentes municipales que gobernaron el mismo año?

Balneario municipal aproximadamente 1933.

El año 1933 fue un año marcado por cambios en la gestión municipal, con tres presidentes sucediéndose, cada uno con la visión de crear un espacio costero para el esparcimiento de la población, ya que para esa época Concordia no contaba con un balneario oficial que garantizara la seguridad y el disfrute de sus habitantes en las cálidas temporadas de verano. Fue así que bajo ese contexto surgió lo que hoy conocemos como «Balneario Viejo».

Concordia carecía de un balneario oficial reglamentado por disposiciones municipales mínimas que garantizaran cierta seguridad, entonces la población acudía en temporada de verano a distintos parajes sobre la costa del río o a arroyos cercanos a la ciudad.

En 1933 Concordia tuvo tres presidentes municipales: Santiago De Donatis, Pedro N. Urruzola (intendente interino), y el Dr. Domingo A. Larocca. En este contexto, fue el intendente Pedro N. Urruzola quien inició la construcción de la costanera en junio de 1933, para ese entonces la comunidad, deseosa de un espacio de recreación, ya había identificado un lugar como su improvisado balneario, y prontamente contaron con servicios de transporte establecidos por choferes locales, de esta manera la población comenzó a concurrir cada vez más hacia las orillas del río Uruguay.

El lugar se volvió una cita popular, con caravanas de bañistas y familias enteras. Los choferes propietarios de automóviles cuyos números eran 112, 129 y 174, implementaban el servicio de pasajeros entre el centro de la ciudad y el improvisado balneario, situado en las proximidades del muelle del ferrocarril aguas abajo del puerto. El punto de partida era la esquina de calle Mitre y Entre Ríos, frente al Banco «El Hogar Argentino», recorrían calle Entre Ríos, hasta la plaza Ituzaingó (Urquiza), volvían por calle Urquiza hasta 1º de Mayo, y seguían por Córdoba (Hipólito Yrigoyen) con rumbo al balneario. Cabe destacar que no se trataba de ómnibus, sino de coches de alquiler amplios y cómodos, y el boleto tenía un costo de 20 centavos.

Por cierto, la implementación del transporte era claramente debido a la asistencia masiva de parte de los ciudadanos, ya que fue el propio público quien eligió el sitio apropiado para el balneario. Así también fueron asomando las primeras carpas improvisadas y algunos modestos kioscos.

Tiempo después fue el Dr. Domingo A. Larocca quien tomó la iniciativa de convertir este punto en un balneario municipal. En octubre de 1933, presentó un proyecto de ordenanza, declarando oficialmente la zona como «balneario público municipal», y prontamente lo que comenzó como un lugar de encuentro improvisado se transformó en un espacio esencial para la comunidad. Se formó una comisión de vecinos para colaborar y se gestionó la permuta de terrenos para la continuación de la avenida Costanera.

La comisión de vecinos era conocida como «cooperadora en la acción municipal» quienes iniciaron con un gasto inicial de mil pesos para costear las instalaciones más necesarias en el balneario, como luz, casillas cuidado de playas, etc., suma que más tarde sería compensada con los ingresos por concepto de derechos de peso para los comercios que allí se instalaran; dichos ingresos más tarde serían administrados por la comisión de vecinos.

Obras y Permutas

El Departamento Ejecutivo se dirigió al Concejo Deliberante dándole cuenta del convenio de permuta de terrenos entre la Municipalidad y don Juan Mac Leod; dichos terrenos están ubicados donde se construye la Avenida Costanera, siendo de una extensión de 24.282 metros cuadrados.

Para realizar la permuta se tasó en 0,45 centavos el metro cuadrado de los terrenos cedidos por dicho señor, y en 800 pesos la hectárea de la fracción municipal, teniendo en cuenta su ubicación y configuración topográfica, la cual al estar situada en la zona de chacras atravesada por una cañada en toda su extensión se desvaloriza.

Una vez aprobado el proyecto las obras fueron avanzando, incluyendo el veredón del balneario, bancos de cemento armado, barandas, plantación de árboles, alumbrado, escaleras, y se llamó a licitación para casillas de baño y bares; también se permutaron terrenos con un costo tasado.
Inauguración del Balneario

Ya para el 1º de diciembre de 1933, las obras entraron en la etapa final. La comisión de vecinos se integró y gestionó fondos para la obra, compuestos por cinco vecinos designados por el Departamento Ejecutivo y un concejal por el Concejo Deliberante. Don Pedro N. Urruzola, que había sido intendente interino, asumió la presidencia de la Comisión.

Cabe resaltar que dicha comisión había gestionado ante las autoridades municipales, provinciales y nacionales los fondos que se necesitaban para encarar dicha obra; el municipio aportó una pequeña suma, pero no estaba en condiciones de afrontar el gasto que necesitaba dicha obra; hasta que recibieron una comunicación del diputado nacional ingeniero Morrogh Bernard, haciendo saber que la comisión de presupuesto de la Cámara había aprobado la partida por él solicitada, de acuerdo con las gestiones hechas por la comisión, para la construcción de la Avenida Costanera de Concordia.

Además del aporte de la municipalidad, la comisión de ayuda a los desocupados aportó trabajadores a jornal mínimo, la comisión de puentes y caminos contribuyó con personal idóneo, y el batallón 1 de ferrocarrileros también hizo su aporte

La dirección técnica de la obra quedó a cargo del ingeniero Díez Figueras, jefe de la Oficina de Obras Públicas y autor del proyecto que consistió en la construcción de una Avenida paralela a la barranca que unía la parte alta de la Avenida Costanera de las calles Libertad y Mendoza con el Boulevard Chacabuco y La Rioja; un paseo para los peatones a lo largo de la barranca, que no sólo facilitará el acceso a la playa, sino que constituirá un lugar alto y agradable con vista al río.

Dicho paseo se esperaba que este dotado de bancos y su iluminación por medio de grandes lámparas eléctricas dispuestas en columnas semejantes a las de un solo foco, existentes en las plazas locales. Y la plaza de estacionamiento como la de baño, tendrían 300 metros de extensión y un ancho para tres hileras de coches.

Se buscaba que cuente con tres grandes escaleras para el acceso de bañistas a la playa, e inclusive se proyectó el alumbrado del río por medio de reflectores en el caso que se autorizase el baño en horas de la noche. También estaba prevista la creación de una plazoleta para banda de música, casillas individuales para hombres y mujeres, cuyo uso estaba sujeto a una pequeña contribución y también la construcción colectiva dispuesta en otro extremo de la playa para bañistas no contribuyentes. Las cantinas y kioscos para bar y comidas, tenían su lugar adecuado elegido por el proyectista.

Así finalmente la inauguración del balneario fue el 8 de diciembre, con mejoras continuas en los siguientes años, ya que todos los registros históricos que hay indicarían que el Dr. Larocca decidió mantener y mejorar el balneario durante su gestión.

En 1937 la transformación de los kioscos en verdaderas terrazas era notable, con sus conjuntos orquestales, números de varieté, etc. Las carpas antiguas se convirtieron en 25 modernas casillas de cemento para los bañistas; también fue notoria la mejora en la iluminación del predio, el arbolado, se realizaron nuevas calles de acceso al balneario, la limpieza de la playa, la construcción de puentes, la vigilancia y el orden en el tráfico de automóviles. En favor de la población se proyectó por parte del municipio un servicio de colectivos que conectaba la ciudad con el balneario para el traslado de las personas que no contaran con un medio de transporte, el mismo conllevaba un mínimo costo.

Por otra parte, las casillas contaban con ducha y para más adelante ya se preveía instalar un equipo de bomba que suministre el agua necesaria.

Por esas épocas se hace notar que había un control estricto y severo con respecto al comportamiento de los bañistas en la playa, ya que no se permitía el uso de mallas incompletas y todo lo que atentara contra la moral y las buenas costumbres. También era notorio el control en lo que se refiere a la indumentaria, que tenían que ser depositadas en los cajones que existían en las casillas, para que no estuvieran desparramadas en la playa; obedecer las órdenes del encargado del balneario, respetar la línea de boyas, circular por la playa sin salida de baño, etc., y así cualquier acto o manifestación que afecte a la cultura, el abuso de bocinas y ruidos molestos, circular con embarcaciones entre los bañistas, la entrada al agua de vehículos o bestias, respetar el horario del uso del mismo de 10 a 21 hs, etc.

Decaimiento del Balneario

Si bien el mismo tuvo sus años de esplendor, ya para la época de 1950, las duchas y cajones habían desaparecido, y las casillas se transformaron. en un cubículo desnudo con puertas de madera. En esos años bañarse en lo que después fue la playa Los Sauces, se volvió peligrosa, quedando prohibido, debido a la gran cantidad de pozos profundos que año tras año se cobraba muchas víctimas.

Quedando prácticamente abandonado en la actualidad, el sector es conocido como «Balneario Viejo». Tuvo grandes transformaciones a lo largo de los años, desde sus inicios modestos hasta convertirse en un referente en la región. La evolución del balneario, su impacto en la comunidad y las regulaciones establecidas por el Dr. Larocca para preservar la moral y el orden, nos ofrecen una mirada fascinante a la historia de este icónico espacio concordiense, conocido hoy como el «Balneario Viejo», que por una u otra razón dejó de ser lo que antes era.

Te invitamos a mirar el video completo de ¿Sabías que…? en nuestro canal de YouTube: Diario Despertar Entrerriano, y conocer más acerca de la historia del Balneario Municipal, actual «Balneario Viejo».

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