LO QUE CREEMOS…

Cuando veo las tristes noticias que llegan del otro lado del mundo, como ejemplo Afganistán, donde se vive milenariamente de otra manera y las tradiciones humanas son otras y están tan arraigadas y naturalizadas en su gente pienso que no hay nada que pueda cambiar esos estilos de vivencias porque fueron llevados por siglos, de generación en generación y se instalaron para quedarse y nada ni nadie puede cambiar.
Los poderes que el hombre ha creado, ya sea iglesia, estado, organizaciones y tribunales internacionales no escucharon ni escucharan esos gritos de ayuda porque se lo tomaron como algo usual y tradicionalista. La usanza es tan arraigada que se naturaliza y se acepta. Tal vez ellos mismos (sus habitantes), al ver que la otra mitad del mundo no vive ni acepta vivir como ellos, por el solo hecho de ser libres, de tener derechos naturales, de ser seres pensantes y con normas, hoy pueden gritar y querer cambiar ese triste destino que siempre les toco vivir.
Sus lideres siguen queriendo mantener esas conductas nefastas para su conveniencia milenaria. Conviene que su pueblo sea sojuzgado y también conviene que se ignore el derecho natural del hombre y la mujer a ser libres…pensantes…a vivir como se deba…a tomar decisiones propias y vivir como uno quiera.
Hoy tienen la ventaja que la inmediatez y la globalización los alcanzo y con ellas las comparaciones con el resto del mundo y hoy pueden mirar su ombligo y exigen cambiar.
Plausible momento que tal vez ellos mismos nunca habrán creído vivir, pero hoy les ha tocado.
La mujer y los niños son los factores más débiles y masacrados en estos lugares, sus derechos desconocidos y sus vidas no valen un centavo, ni hablar de sus derechos y garantías. Tal vez toda esta globalización sirva para algo positivo, por lo menos para que sus voces sean escuchadas y los actos de asesinatos y salvajismo extremo se terminen aboliendo, como siempre tendrían que haberse hecho.
No se puede aceptar como tradición que una sociedad cercene los derechos naturales de ningun ser vivo y menos de seres humanos. No se puede aceptar que un genero predominante (por el solo hecho de ser hombre o masculino), en esos lugares, termine tomando derechos e indicando como se debe vestir, vivir, educarse, trabajar y hasta manejar sus actos como una marioneta. Lo que creemos es que esas aberraciones no forman parte de una cultura ni tampoco se deben avalar por ningún ser pensante y libre.
QUE SE ESCUCHE ya su grito de angustia y podamos ver nosotros que el contexto del mundo sea a favor del genero humano sin distinciones para hacer un lugar habitable.
Fabio T.
estoy de acuerdo con el contenido general de este correo. A esto hay que agregar el que por decreto se incluya o excluya desde un oficialismo cómo debemos hablar, me refiero al lenguaje inclusivo que a muchos desvela. Sin tener en cuenta que el idioma refleja muchas situaciones sociales, políticas, etc. que acompaña, inconciente o concientemente, nuestro que hacer cotidiano